Doly fue un gran canto, una sinfonía desde el inicio hasta el final. Una gran mujer que supo ser alegre y contagiar el gusto por la vida desde niña, como hija alegre y hacendosa, luego estudiante destacada, jovial maestra, formadora y entusiasta misionera laica en diversos grupos apostólicos, en donde siempre la caracterizaban su entusiasmo, su constancia, su inteligencia preclara y su don de gente. Fundadora de nuestro querido colegio "María se Nazaret" con los mismos ideales siguió entonando su melodía y enseñándola a centenares de alumnas y docentes y al final también supo morir con dignidad, fiel discípula de nuestro creador, acabando la sinfonía de su vida, dejándola escrita en nuestros corazones para que podamos a prender y seguir caminando.

Cuando ella partió a la eternidad, Cajamarca se sintió consternada por ésta gran pérdida y las manifestaciones de solidaridad y de cariño serán parte de una deuda eterna con todos ustedes. Doly se ha ¡do, pero su canto continuará pues siempre fue una obra de Dios.